El Capitàn D. Federico Tomàs Vera, es quien nos deleitarà y nos llevarà
en las velas de la imaginaciòn, a bordo de su Goleta ,por las mil y una islas de
la Mar Ocèana, haciendo mil singladuras y trazando centenas de derrotas. Nuestro
Capitàn, magnìfico literato, nos deleitarà asimismo, de vez en cuando, con
fotografias de sus maravillosos cuadros, con su historia y significado.
Realmente, es para mì un honor contar con la pluma y el pincel de mi
Profesor y Amigo D. Federico Tomas Vera.
a continuación exponemos un breve curriculum de nuestro Capitán
Mi nombre es FEDERICO TOMAS VERA, me criè a orillas del MAR MENOR de Murcia, debido al destino de mi padre en el Servicio de infraestructura de la base aeronaval de los Alcàceres, pueblo situado en la ribera de dicho mar y centro de turismo local durante el verano.
Mis primeros ocho años los pasè entre los pescadores de hermosas
embarcaciones de vela latina de ese pueblo, quedando impactado por la
inigualable imagen de la llegada de las barcas con la pesca, al atardecer, con
sus gloriosas velas de algodòn hinchadas por el viento.
Mi MADRE, ilustrada mujer, culta y partidaria de una educaciòn en contacto directo con la naturaleza, no me puso zapatos hasta la edad de ocho años, siempre me vistiò de blanco y me bañò en las aguas de aquel mar, tanto en invierno como en verano.
Segùn mis padres, aprendì a nadar antes que andar, y el fuerte olor de los salutìferos cienos marinos, el yodo de la brisa y el olor del pescado, han quedado prendidos en mi para siempre.
Mi vocaciòn marinera venciò a la de arquitecto y mi destino ha sido el de capitàn de la marina mercante.He navegado la mayor parte de mi vida como capitàn de distintos barcos, menos petroleros, por gran parte de los mares del mundo, pero no por todos, de hecho, no creo haya ningùn marino que haya navegado por todos los mares, como con frecuencia se dice, son demasiados para vidas tan cortas.
He navegado en barcos muy antiguos, pero muy marineros, y he mandado otros
que, siendo de la ùltima generaciòn " roll and roll off " o similares, han sido
autènticos ataudes flotantes. El mayor buque que he mandado ha sido de 50.000
toneladas y 225 metros de eslora.
Han sido profesores mìos de navegaciòn y astronomìa, D. JAIME ABRIL,
capitan de vapor y vela y viejo veterano, de los bricks-barcas y bergantines
goletas que hacìan la carrera de amèrica, Director de la escuela de naùtica de
Palma de Mallorca y comandante militar de marina de la misma. Tambièn lo ha sido
el C.N. Moreu Corbera, profesor de la escuela naval de Marin y otros de no menor
calidad pedagògica y pericia marinera.
mis ùltimos destinos han sido en tierra, dedicado a la instrucciòn en
cursos de formaciòn ocupacional, para la obtenciòn de tìtulos naùticos y
naùtico-pesqueros.
Como segunda actividad, estoy centrado en la pintura al òleo de temas
marinos, especialmente los de barcos de època y su actividad portuaria o en
plena navegaciòn; acuarelas de temas de reconstrucciòn arqueològica y tambièn
dedico gran parte de mi tiempo a la actvidad literaria, en la que el mar ocupa
un luga preferente, tanto en su forma de prosa como de poesìa. estoy graduado en
artes aplicadas y he tenido insignes profesores de dibujo clàsico y pintura,
como D. Cesar Bermejo de Blas, D. Juan Torres y D. Josè Ramos Zambrana, este
ùltimo, desaparecido en extrañas circunstancias. asimismo he realizado "estudio
de modelo en vivo" en el circulo de Bellas Artes de Madrid. Tuve, tambièn, como
profesor de modelado a D. Juan Mir, que no necesita presentaciòn, como insigne
escultor balear.
Puedo vivir en cualquier parte en donde haya buena mùsica, buena cocina,
luzca el sol y haya mar. sufro el temor, fundado, de que en mi pais, España,
pronto va a ser imposible disfrutar de cualquiera de estas cuatro cosas, y la
mayor decepciòn de mi vida es la de que, el Mar menor de Murcia ya sea un
paraiso perdido pàra siempre.
Comenzamos la publicación de los RELATOS
DESDE LA GOLETA, con una narración que lleva por título AUTORIZADO POR LA
ADMINISTRACIÓN, esperando que gocen, como lo hemos hecho nosotros con su
lectura. AUTORIZADO POR LA ADMINISTRACIÓN Nació en el Sur, pero sus ancestros procedían de esa muralla verde que
defiende, al Norte, a esa piel de toro que avanza hacia el Atlántico, a los pies
del Pirineo.
En un país, en el que sus habitantes viven contemplando los repliegues,
terrosos y amarillos de su ombligo, la mar, así en femenino, siempre se ha
ofrecido, para algunos, como algo distinto, subyugándoles con el misterio de su
llamada. Y, a esa llamada, acudió él, por el único camino posible en aquella
época, en la que solamente la marina mercante ofrecía la posibilidad de recorrer
puertos y surcar mares.
Comenzó a estudiar Naútica cuando el romanticismo de la profesión de marino
no había desaparecido completamente, a pesar de que las posibilidades de
embarcar para realizar las prácticas, una vez terminados los estudios teóricos,
eran muy escasas. Influencias y suerte podían hacer realidad el embarque en
algún viejo " kandray " en el cual,poco menos lo comido por lo servido, se
pudieran terminar los dos años largos que se exigían para obtener el título de
Piloto de la Marina Mercante. Tuvo mucha suerte los dos últimos años de su
carrera. El mercado de fletes y una nueva política de construcción naval,
realizaron el milagro y, finalizado el último año de la carrera, con el titulo
de Alumno, embarcó como Agregado, sin ninguna dificultad. Y así, dentro de la
lanilla blanca y la franela azul del uniforme, inició sus navegaciones en el
Extremo Oriente, por países y puertos, donde ningún otro español había puesto
sus pies. Pronto supo de tifones y monzones, chubascos tropicales y calmas chichas.
Vió, por vez primera, ballenas de muchas toneladas que daban saltos sobre el
agua como si de pequeños peces se tratara. Contempló y trató gentes de distintos
hàbitos, ropajes y razas, asi como de la mala convivencia, debido al aislamiento
de unos chicos jóvenes que recorrían el mundo sin dinero y con la incertidumbre
de no saber cual sería su futuro, una vez acabadas las prácticas, puesto que el
problema se volvía a repetir para embarcar de Oficial, una vez superado el
examen de Piloto.
Mientras, su vida transcurría de puerto en puerto, embarcando y desembarcando
las más variopintas mercaderías. Peligrosos estrechos en los que aún perduraba
la piratería, bahías en las que juncos, con velas abiertas como alas de
mariposa, cruzaban la proa a suicidos rumbos. Enfrentados al monzón de Noviembre
o a los diferentes tifones, en busca de los puertos de la antigua Katay, con
hombrecillos embutidos en marrones kimonos, frecuentando motomachis purulentos,
en los que el juego, la prostitución y el saké hacían estragos. Calles por donde
las gettas femeninas, esquivando los baches y charcos de las últimas lluvias,
daban pequeños saltos, limitados por el estrecho kimono, eran los lugares de
esparcimiento durante las horas libres, atracados a los puertos del Japón.
Hong Kong, con su ciudad flotante de juncos, abarloados y desabarloados, que
cada año naufragaban bajo la furia de los tifones. Las Islas Filipinas, con
perfectos volcanes, embudos invertidos, dispuestos a escupir lava, playas
dormidas bajo paravanes de bambú, en los que se cargaba la copra, húmeda y
pringosa. Los puertos del Mar Rojo y Levante, con sus habitantes estoicos ,
dicharacheros y liantes;los del Norte de Europa, fríos, impersonales, perfectos
y aburridos. Una y otra vez, Rotterdam, Amberes, Hamburgo... ríos que ofrecen sus márgenes
a aortas por donde fluye la sangre de una mayor parte del comercio marítimo del
mundo. Más tarde, un Buque Correo, haciendo olvidar un poco la soledad del mar.
Un mundo de encuentros y despedidas, alterando por algunos días, la rutina de la
faena diaria de los pasajeros.. Al fin, terminaba las prácticas y, el destino,
parecía favorecerle en un momento en que la flota del país, habíase incrementado
en número de unidades y tonelaje. Una preparación anacrónica, con faltas de
medios, unos profesores ineptos, eran la causa de la mala formación de Oficiales
que salían a navegar al extranjero sin haber visto nunca un Decca, ni hablar
inglés técnico y coloquial, imprescindible. Y, de esta forma, sin haber montado
jamàs una guardia de mar, se vió embarcado, solo, en un buque de bandera
escandinava, siendo el único extranjero, comenzando una vida dura y ruda, a la
que tuvo que acomodarse como si hubiera nacido de nuevo. Iniciaba su verdadero
vagabundeo por esos mares de Dios, cambiando de buques, banderas y rutas.
Fué en una escala en el puerto de Nueva Orleans, donde se preguntó a sí
mismo, si merecía la pena hacer una carrera para llevar aquella vida, errante y
mercenaria, sin otra compensación que la de ganar unos emolumentos que no
hubiera recibido nunca en su país. Pero conseguidos los períodos de embarque
necesarios para examinarse de Capitán, se sintió obligado a obtener dicho título
que culminaba su carrera y que, seguramente, no ejercería nunca, por la gran
dificultad de encontrar plaza, con ese cargo, en las navieras de la época. Sin
embargo llegó el día en que con el título de Capitán bajo el brazo, no tuvo que
iniciar la búsqueda de empleo. Una vez más la suerte le favorecía, al menos en
el desarrollo de su carrera y , casi sin esperarlo, se vió con el mando de un
buque de reciente construcción, comenzando un largo período de su vida, lleno de
espectaculares vicisitudes. muchas interrogantes e interesantes experiencias,
con las que forjaría su especial idiosincracia de marino. Llegó un momento en el
que ya no se sintió tan joven ni tan alegre, ni, tal vez, tan valiente e
irreflexivo. Habían pasado veinte años y nunca había mandado un barco con
bandera española a popa. Cuando, casualmente, hablaba con compañeros que nunca
habían navegado bajo pabellones extranjeros, un extraño idioma sonaba en sus
oídos como algo irreal, de otro mundo al que no pertenecía:
jubilación,trienios,quinquenios, empresa, coeficiente de reducción, antigüedad
etc eran términos que machacaban su cabeza de hombre libre que no tenía más
ataduras que el limbo de su sextante y los emolumnetos de fin de mes. Estaba
acostumbrado a permanecer en barcos y compañías, en donde no se discutían sus
privilegios ni sus iniciativas como máximo responsable de su buque y, sino se
sentía apreciado, no respetado, como profesional y titular del cargo que se le
asignaba, no dudaba en hacer sus maletas y pronto hallaba otra compañía,
generalmente en mejores condiciones que la precedente.
En uno de esos puertos africanos, en los que el polvo del fosfato se mezcla
con el olor acre de las conserveras de pescado y la húmeda brisa marina, conoció
a un marino español que le dió una pista por donde podría volver a su país, si
lo deseaba, después de tantos años de voluntario exilio. Fué en una de esas
conversacioones de cámara de barco, en las que en pocos minutos se cuenta la
historia de una vida. Escenas y personajes conocidos por ambos, comenzaron a
perfilarse, retroproyectándose al pasado, hasta que surgió un nombre con
resonancias genovesas. Se trataba de un antiguo compañero y, según los indicios,
Jefe de Personal de una nueva compañía. Dado que tenía que desembarcar por
vacaciones no se lo pensó dos veces, se informó del domicilio de su antiguo
camarada y allí se dirigió. Durante el viaje, acudierona su cabeza los lejanos
tiempos en que se habían conocido, preparando el examen de Capitán, en Madrid.
Su compañero descendía de una vieja familia italiana que había llegado a Sevilla
acompañando a Americo Vespuccio, adquiriendo carta de naturaleza en la ciudad,
en una época en que todo el tráfico ,marítimo entre las Indias y España se
regulaba a través de la Casa de Contratacikón de Sevilla. Marino por vocación y
obligación, perteneciente a una familia en la que por el mero hecho de nacer
varón, se le adjudicaba el sextante y la carta de navegación, ejercía como Jefe
de Personal de una nueva compañía y le invitó a entrar, de Capitán, en uno de
los barcos que sería botado en unas semanas. Le explicó, en pocas palabras, el
origen y las razones de la creación de la empresa, su carácter familiar, estando
las tripulaciones compuestas por personas comocidas y seleccionadas por sus
cualidades humanas y profesionales.
" Todos vamos a participar como piezas claves, y, cuando la empresa comience
a rendir beneficios, vamos a ser nosotros los primeros en notarlo". Los barcos
pertenecen a la última generación de buques roll and roll off, màquina
desasistida, aire acondicionado, habilitación de hotel de cinco estrellas, una
línea regular sin los avatares del " tram". Parecía que no habían pasado veinte
años para su antiguo compañero, el mismo optimismo, la mirada aún jovial y la
fluidez de su verbo con una sorprendente riqueza en la descripción de todos los
temas en los que intervenía. La vida había cambiado mucho para los dos, pero
aquel otoño madrileño, condecorado por el oro de las hojas caídas de los àrboles
que se deshojaban lo mismo que las estrellas descendían de un cielo misterioso
para ser reconocidas en los cálculos que laboratorios de astronomía realizaban.
Ahora, preferían no recordar el pasado ni había tiempo para ello, se conocían,
le acababan de ofrecer el mando de un buque en construcción en una compañía en
la que su amigo era Capitán Inspector y lo demàs se tornaba secundario. Los
marinos no guardan recuerdos de las cosas, sienten nostalgias y tienen
esperanzas, es una vida sin presente que algunas veces se ahoga en las olas del
mar y también en alcohol, en medio de juramentos. Créeme le decía quel homnbre,
cuyos antepasados habían surcado los mares de Filipinas, Las Antillas y la Costa
Africana durante centurias, como corsarios, negreros,valientes y audaces
capitanes;que en sus barcos artillados habían hecho cara al inglés y otros, que
habiendo servido de apoyo a empresas guerreras, no muy lejanas, reposaban en un
cementerio marino con letras de oro en su tumba. - Hace tiempo que perdí el hábito de navegar, situado en tierra, todo lo que
está más allá del malecón de poniente, no me interesa nada. En cambio, tú sí que
has nacido para la vida de mar, te considero un hombre de barco que antepone su
profesión a todo lo demás, Así pues, prepara toda la documentación y pronto te
llamaré para que embarques en uno de los buques que están en astilleros, asi
listos, para botar. (continúa)